jueves, mayo 11, 2006

Puerto Cristo, un pelicano abusivo.

Dentro de todos los eventos magnos que me ha tocado evidenciar, el más paradójico es el del supermercado Puerto Cristo, de camino la Rinconada de Maipú.

La potestad que aflora de los señores recepcionistas es, indudablemente, uno de los factores que se presentan para evidenciar la coerción que se estila. Conllevando ello a que los distribuidores comiencen a actuar al libre albedrío, y entorpezcan el precario flujo de recepción de mercaderías.

Sin más observar, el endiosamiento es la tónica que se ejerce por los individuos que están al mando de la recepción. Como jueces de “far west” imparten su ley la cual es totalmente desobedecida con el desprecio y la mala fe. Siendo hoy un día emblemático, ya que la idiosincrasia se plasmó por doquier y quienes optamos por ser respetuosos de las buenas costumbres y el apego a la rectitud del orden, fuimos vejados con un trato descortés, falto de normativa y amplio en su tiempo de espera.

Si es que el supermercado actúa de esa forma en su recepción, en donde están los más leales empleados del sistema, me imagino lo que pueda pasar en la sala de ventas.

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